lunes, 4 de enero de 2016

Este chico transexual había logrado algo histórico, pero el acoso lo llevó al suicidio en Nochebuena


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Este chico, Alan, que había sido el primer menor transexual de Cataluña en obtener un cambio de identificación acorde con su nuevo sexo, había sido víctima de acoso desde los 14 años, cuando se atrevió a decir que era lesbiana y a ir de la mano de su novia. En respuesta le llamaron “marimacho“, “lesbiana de mierda“, y un largo etcétera de insultos. Los otros chicos llegaron a decirle “primero murió tu primo, ahora tú“, en referencia a su familiar que había fallecido recientemente, cuenta la madre.
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A Alan le gustaba hacer el bien. Ayudaba a niños autistas, gente con síndrome de Down o ancianos, pero el acoso que recibía era intenso desde su pubertad. El 24 de diciembre de 2013, dos años exactos antes de su muerte, Alan ingresó en el hospital con un diagnóstico de depresión mayor.
Los padres hicieron lo posible para ayudarlo cambiándolo de instituto y diciéndole que todo sería distinto.
En otro impulso de motivación, en abril de 2015 Alan tomó la decisión de ser Alan.
Se sentía chico. Estaba muy animado. Iniciamos los trámites para el cambio de nombre y dijo que le llamáramos Alan, como su gata al revés. En el hospital, en la familia y en los amigos se presentó públicamente como Alan. Yo fui al instituto y les dije que Alan era transexual. Pedí a la dirección y los profesores que los alumnos debían saber que Alan era un chico y que nadie debía conocer con qué género había nacido. Lo aceptaron perfectamente.
Comenzó el curso bastante bien pero el acoso regresó. Le insultaban, le empujaban, le golpeaban, le levantaban la camiseta y le decían que cómo era posible que fuera por la vida de hombre cuando tenía tetas… El 24 de noviembre, un mes antes de su muerte, volvió al hospital y ya no quiso regresar a la escuela. Como ya se acercaba la época navideña en el centro de apoyo le dijeron que no podía ir diario. Lo citaron para el 24 de diciembre y luego 7 días después, para el 31 de diciembre. Día que no llegó para el joven.
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La mañana del 24 diciembre habló con una psicóloga quien llamó a sus padres para decirles que el muchacho estaba muy triste. Les recomendó que pasaran esa fecha juntos.
La madre dice que seguramente se sintió desprotegido sabiendo que no podía ir allí todos los días. Por lo que en la tarde se tomó unas pastillas antiguas que ya no tenía prescritas y que tenían guardadas bajo llave y bebió alcohol. Se le paró el corazón.
Ester comunicó a la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis la muerte de su hijo. La organización a su vez realizó ocho concentraciones para condenar la muerte de este joven por acoso escolar. Y en las redes sociales de España se creó el hashtag #YoTambiénSoyAlan.
El acoso y la violencia contra el chico lo llevaron a no encontrar otra opción más que la muerte. A pesar de que la sociedad presume estar abierta a estos temas, su percepción se ve reflejada en sus hijos, quienes no miden las consecuencias de sus actos o palabras.
Palabras que en esta ocasión terminaron con la vida de Alan.