Daniel cumplía con el prototipo de hombre que buscaba Rocío: maduro y poco celoso. Y ella también era del agrado del malagueño: “Habéis clavado lo que yo quería: rubia, bajita… Yo de aquí me voy a la iglesia”, literalmente. Rocío también quedó prendada de los encantos de Daniel, al que consideró nada más conocerlo idéntico a ella: “él es como yo, igual pero como si me hubiera cambiado el sexo”. Y todo esto después de tan solo una cita.
La pareja terminó el encuentro besándose en un reservado del restaurante / plató, y tan claro lo tenía Daniel que no le pidió una segunda cita, sino que se arrodilló frente a Rocío y le rogó que se casara con él.
Puro show esto del amor televisado.