Aunque esta fórmula no representa a todos los individuos sí que existe una tendencia que sitúa el matrimonio como un punto de inflexión a partir del cual el nivel de satisfacción personal empieza a descender. En cambio, según el estudio, optar por el divorcio puede mejorar la calidad de vida.
Pocos estudios miden, como este, la satisfacción vital antes, durante y después de un evento (la mayoría se limita a tener en cuenta la satisfacción subjetiva en un momento determinado). Y todo ello comparado con la satisfacción base: un valor estandarizado y que se establece en función de las circunstancias vitales y origen del entrevistado.
Las conclusiones nos han dejado pensando: tres años antes del matrimonio, las mujeres eran infelices: su nivel de satisfacción se encontraba por debajo de la base. Incrementaba, sin embargo, a medida que se acercaban al año de su boda para después recuperar una situación de estabilidad durante el segundo, tercer y cuarto año de su matrimonio.Monotonía, lo llamarían algunos. Hasta que el quinto año la infelicidad se apoderaba de ellas.
El divorcio, en cambio, levanta los corazones. Cinco años después de una ruptura, las mujeres encuentran estabilidad cuatro puntos por encima de la satisfacción base, mientras los hombres siguen elevándose en una satisfacción eufórica. ¿Continuará?
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