Un enfermero que brindaba asistencia a los heridos en el café Comptoir Voltaire, en medio del caos provocado por una explosión durante uno de los ataques en París, se quedó a cuadros cuando descubrió que la víctima a la que le estaba realizando reanimación cardiopulmonar era en realidad un terrorista suicida. David, de 46 años, que pidió ser identificado sólo por su nombre de pila, vio que, bajo su camisa, había un artefacto explosivo.
“Había alambres, uno blanco, uno negro, uno rojo y uno naranja. Cuatro colores diferentes“, ha comentado en una entrevista. “Entonces supe que era un suicida con una bomba“, recuerda. Se trataba de hecho de Brahim Abdeslam, uno de los involucrados en la serie de ataques.
Cuando llegaron los bomberos, David les comentó lo que acababa de ver y comenzaron a gritar a todos que evacuaran la zona. La policía le dijo a David que la bomba de Abdeslam no había estallado totalmente; David cayó entonces en la cuenta de que había utilizado “un proceso que requiere de mucha fuerza” para reanimarlo. “Sólo por hacer eso yo también podría haber muerto“, ha reflexionado más tarde.