Mala postura. Sentarte con una postura encorvada, jorobada o desgarbada, podría considerarse una falta de respeto, ya que comunicaría que estás aburrido y que no tienes ningún deseo de estar en la entrevista, señala la revista empresarial Inc., donde también se compartieron los siguientes datos.
Gestos exagerados. Hacerlos podría dar a entender que estás exagerando lo que dices. Mejor, trata de hacer gestos suaves y controlados, pues estos denotarían liderazgo y confianza. En resumen, ¡controla al Jim Carrey que llevas dentro!
Mirar el reloj. Si haces esto, podría interpretarse como una señal de falta de respeto, impaciencia y hasta podrían pensar que tienes un gran ego. Al ver la hora también estarías enviando la señal de que tienes mejores cosas que hacer que estar en la entrevista, y que estás ansioso por marcharte.
Piernas o brazos cruzados. Estas posturas podrían interpretarse como barreras que indicarían que no eres abierto a lo que tu entrevistador está diciendo. Incluso si estás sonriendo o participando de una conversación agradable, la otra persona podría tener la sensación de que te estás cerrando a ella.
Palmas sudorosas. Nada peor que darle la mano a alguien que tiene las manos transpiradas. “Si es tu caso, ve al baño y pon tus muñecas bajo agua fría durante un minuto”, sugiere la experta en lenguaje corporal, Tonya Reiman, en el sitio de negocios Business Insider. Esto ayudará a que tus palmas permanezcan secas por unos 10 minutos, el tiempo suficiente para que des un apretón de manos seco y firme, en lugar de uno sudoroso y que te haga parecer una persona insegura.
Falta de contacto visual. Reiman también aconseja mantener el contacto visual durante la plática, en lugar de desviar la mirada. Si no lo haces, el entrevistador podría asumir que eres una persona insegura, que no tienes una respuesta apropiada para lo que te acaban de preguntar, o que estás tratando de engañarlo.
Mostrarse inquieto. Acciones como jugar con tu cabello, tocarte el rostro, o cualquier otro signo de ansiedad, podrían distraer a tu entrevistador. Además, pueden delatar falta de control. “Cuando tocamos nuestra cara o cabello, lo hacemos porque necesitamos autotranquilizarnos”, comenta Reiman.
No sonreír. Mejor hazlo, porque demostraría que eres una persona de confianza, abierta, con actitud cálida y con energía. “También pone en marcha las ‘neuronas espejo’ en tu oyente, que le indicarían que te devuelva la sonrisa. Sin la sonrisa, un individuo a menudo es visto como sombrío o distante”, señala la experta.
Invadir el espacio personal. Sé respetuoso con el espacio de tu entrevistador. No te pares demasiado ceca de él y, sobre todo, ¡no lo abraces! Es un tip de la revista de negocios Forbes, que también aporta el próximo dato.
Esconder las manos. No las pongas en tu regazo donde probablemente queden fuera de la vista. Mejor, colócalas en los apoyabrazos de la silla, sobre el escritorio donde se esté realizando la entrevista, o utilízalas para reafirmar lo que dices. Si muestras tus manos, el entrevistador podría percibirte como más expresivo y honesto.